Dios en nuestro corazón

Un día viajaba un hombre por Londres en un omnibús que estaba a oscuras. Vino un hombre a examinar los boletos y pensó este hombre: "Este chequeador no podrá ver nunca si perfora los boletos en el lugar debido". Observándolo con curiosidad notó que se tocó un resortito en el pecho y que brilló en un pequeño globo de cristal una hermosa luz eléctrica. Por supuesto que aquel hombre podía ver en todas partes porque llevaba la luz con él. De la misma manera, cuando el corazón está lleno de Dios, encontraremos a Dios en todas partes.
- F.B. Meyer

La luz se utiliza para iluminar la oscuridad, pero la luz tiene límite, por fuerte que ésta sea no puede abarcar más allá de cierta cantidad de metros, por más potente que sea, no pude iluminarlo todo. En las fiestas de los tabernáculos, se solía iluminar el templo de una manera especial, y es en estas circunstancias que Jesús les dice "Yo soy la luz del mundo, el que me sigue,  no andará en tinieblas,  sino que tendrá la luz de la vida". (Juan 8:12)

Jesús está diciendo que él es la misma luz de Dios que ha venido a iluminar el mundo, y es a la vez la luz que da la vida al mundo. Así como no puede florecer una planta que no vea la luz del sol, tampoco pueden florecer nuestras vidas con la gracia y la belleza que deben desplegar, hasta que las irradia la luz de la presencia de Jesús. En este pasaje, Jesús habla de seguirle a Él. Es una expresión que usamos a menudo, y animamos a otros a seguir a Jesús.

El término usado se usa a menudo para seguir el razonamiento de un maestro, o el argumento de una obra literaria o de lo que está diciendo alguien. Preguntamos a veces a los que nos están escuchando: " ¿Me sigues?» El cristiano atiende a las enseñanzas de Jesús, y las escucha con atención para no perderse nada. Recibe su mensaje en su mente, y lo entiende; recibe sus palabras en la memoria, y las guarda, y las conserva en el corazón y las vive.

Ser seguidores de Cristo es entregarnos en cuerpo, alma y espíritu a la obediencia del Maestro; y entrar en su seguimiento es empezar a caminar en la luz. Cuando caminamos solos, estamos expuestos a andar a tientas y a tropezar, porque muchos de los problemas de la vida están por encima de nuestra capacidad. Cuando caminamos solos corremos peligro de seguir una senda equivocada, porque no tenemos un mapa infalible de la vida. Necesitamos la sabiduría celestial para recorrer el camino terrenal. El que tiene un buen guía y un mapa exacto es el que puede llegar a salvo al final de su viaje. Jesucristo es ese guía, y es el único que posee el mapa de la vida. Seguirle es andar en la luz, a salvo a lo largo de la vida y seguros de entrar después en la gloria.