Este título corresponde a un proverbio popular y es una verdad que abre la posibilidad de cambio en toda circunstancia adversa, y de manera muy especial para los seguidores del Cristo vivo. El libro de Eclesiastés dice:
"Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. Porque los que viven saben saben que hay que morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más paga, porque su memoria es puesta en olvido" (Ecl 9:4-5)
Cualquier problema tiene solución. Cualquier circunstancia puede ser modificada, y cualquier situación por la que pasamos puede ser superada. Por supuesto, que tendremos que trabajar arduamente para lograr los cambios necesarios, pero antes de trabajar tenemos que entender el problema, analizando nuestras situaciones y problemas. Es posible que no estemos actuando correctamente, aunque pensemos que sí lo hacemos, es posible que no queramos solucionar los problemas sólo por orgullo, es posible que la solución sea dolorosa y no queremos sufrir ese dolor. Puede que no tengamos la paciencia para soportar la incomodidad de situaciones difíciles.
Si no entendemos el fenómeno o no logramos progreso en la solución de nuestros problemas debemos pedir ayuda a personas calificadas. Un consejero espiritual, un consejero matrimonial, un sicólogo, un economista, un ingeniero, un pastor, un hermano maduro en la fe, cualquiera de ellos, pero no limitado solo a ellos, puede ser de gran utilidad para ayudarnos a encontrar el camino a solucionar los problemas que estemos viviendo. Por supuesto que tenemos que hacernos a la idea de que las soluciones no son fáciles, que no es fácil lograr cambios, habrá que trabajar mucho, así que todo lo que hagamos para lograr cambios dará su fruto.
Cuando nos sentimos incomprendidos suceden varias cosas, nos resentimos con quienes nos aman o con cualquier persona que no nos comprenda, asumimos una actitud hostil y nos sentimos solos. De esta manera, nuestra actitud hostil nos precipita en una cadena de errores que solo empeoran las cosas. El libro de Eclesiastés otra vez nos dice algo que advierte para los malos días:
"Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento" (Ecl 12:1)
Si no existe comunicación con Dios, estamos en un verdadero problema. Afortunadamente Dios es paciente y te está dando la oportunidad. Nunca es Dios quien rompe la comunicación y relación con el hombre. El es muy fiel y estable en sus promesas y propósitos. De hecho, es el hombre quien suspende la comunicación con Él, y el que rompe su relación. "...Sabe, pues, y ve cuan malo y amargo es el haber dejado tu a Jehová tu Dios..." dice Jeremías 2:19.
La gente que conoce a Dios puede cometer el error de suspender su relación con Dios, y podemos considerar algunas de las causas por las que se puede suspender tal relación, pero debemos dejar claro que las personas que hacen semejante cosa tienen un conocimiento relativo de Dios. El resentimiento es una de las causas que suspende la relación y comunicación con Dios. El hecho e sí es que se resienten cuando le piden algo a Dios y no lo reciben inmediatamente. Les falta paciencia, visión y entendimiento para esperar el tiempo de Dios. O bien, piden mal, tal como dice Santiago 4:3: "Pedís, y no recibís porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". La gente tiene la tendencia a pedir a Dios salud, trabajo, prosperidad y todo tipo de soluciones a sus problemas. La Biblia dice que todo lo que pidamos creyendo lo recibiremos. La condición es creer, y quien no guarda una perfecta relación y comunicación con Dios no puede creer, por lo tanto, tampoco puede recibir lo que pide. Como este fenómeno no lo entiende la persona, se resiente contra Dios y acaba alejándose de la relación y comunicación con Él en forma drástica.
La debilidad espiritual aleja a la persona de Dios. Si se descuida el alimento espiritual, estaremos débiles para resistir los problemas del mundo. Debemos entender que es el espíritu el que da vida, y que por lo tanto, necesita atención. "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Ga 5:25)y también "Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor" (Fil 2:12). Indudablemente Pablo se está refiriendo a la vida espiritual. Tenemos la tendencia a vivir más por los sentidos que por el espíritu. Si el espíritu está débil, quiere decir que estamos lejos de Dios, quien es la fuente de todo poder. Esa debilidad espiritual mata toda posibilidad de recibir revelación, de ser fuertes en las situaciones difíciles que la vida plantea.
La esperanza la tenemos en que siempre podemos volver a recurrir a esa fuente, o sea, la normalidad se corrige retornando a la comunión con Dios y alimentándonos de la Palabra. Si queremos ser fuertes en cualquier circunstancia de la vida, necesitamos estar fuertes en el espíritu, que se logra en una correcta relación y comunicación con Dios. La esperanza es que mientras halla vida Dios quiere comunicarse y relacionarse. " Y les daré un corazón y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos, y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios" (Eze 11:19-20).
"Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. Porque los que viven saben saben que hay que morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más paga, porque su memoria es puesta en olvido" (Ecl 9:4-5)
Cualquier problema tiene solución. Cualquier circunstancia puede ser modificada, y cualquier situación por la que pasamos puede ser superada. Por supuesto, que tendremos que trabajar arduamente para lograr los cambios necesarios, pero antes de trabajar tenemos que entender el problema, analizando nuestras situaciones y problemas. Es posible que no estemos actuando correctamente, aunque pensemos que sí lo hacemos, es posible que no queramos solucionar los problemas sólo por orgullo, es posible que la solución sea dolorosa y no queremos sufrir ese dolor. Puede que no tengamos la paciencia para soportar la incomodidad de situaciones difíciles.
Si no entendemos el fenómeno o no logramos progreso en la solución de nuestros problemas debemos pedir ayuda a personas calificadas. Un consejero espiritual, un consejero matrimonial, un sicólogo, un economista, un ingeniero, un pastor, un hermano maduro en la fe, cualquiera de ellos, pero no limitado solo a ellos, puede ser de gran utilidad para ayudarnos a encontrar el camino a solucionar los problemas que estemos viviendo. Por supuesto que tenemos que hacernos a la idea de que las soluciones no son fáciles, que no es fácil lograr cambios, habrá que trabajar mucho, así que todo lo que hagamos para lograr cambios dará su fruto.
Cuando nos sentimos incomprendidos suceden varias cosas, nos resentimos con quienes nos aman o con cualquier persona que no nos comprenda, asumimos una actitud hostil y nos sentimos solos. De esta manera, nuestra actitud hostil nos precipita en una cadena de errores que solo empeoran las cosas. El libro de Eclesiastés otra vez nos dice algo que advierte para los malos días:
"Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento" (Ecl 12:1)
Si no existe comunicación con Dios, estamos en un verdadero problema. Afortunadamente Dios es paciente y te está dando la oportunidad. Nunca es Dios quien rompe la comunicación y relación con el hombre. El es muy fiel y estable en sus promesas y propósitos. De hecho, es el hombre quien suspende la comunicación con Él, y el que rompe su relación. "...Sabe, pues, y ve cuan malo y amargo es el haber dejado tu a Jehová tu Dios..." dice Jeremías 2:19.
La gente que conoce a Dios puede cometer el error de suspender su relación con Dios, y podemos considerar algunas de las causas por las que se puede suspender tal relación, pero debemos dejar claro que las personas que hacen semejante cosa tienen un conocimiento relativo de Dios. El resentimiento es una de las causas que suspende la relación y comunicación con Dios. El hecho e sí es que se resienten cuando le piden algo a Dios y no lo reciben inmediatamente. Les falta paciencia, visión y entendimiento para esperar el tiempo de Dios. O bien, piden mal, tal como dice Santiago 4:3: "Pedís, y no recibís porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". La gente tiene la tendencia a pedir a Dios salud, trabajo, prosperidad y todo tipo de soluciones a sus problemas. La Biblia dice que todo lo que pidamos creyendo lo recibiremos. La condición es creer, y quien no guarda una perfecta relación y comunicación con Dios no puede creer, por lo tanto, tampoco puede recibir lo que pide. Como este fenómeno no lo entiende la persona, se resiente contra Dios y acaba alejándose de la relación y comunicación con Él en forma drástica.
La debilidad espiritual aleja a la persona de Dios. Si se descuida el alimento espiritual, estaremos débiles para resistir los problemas del mundo. Debemos entender que es el espíritu el que da vida, y que por lo tanto, necesita atención. "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Ga 5:25)y también "Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor" (Fil 2:12). Indudablemente Pablo se está refiriendo a la vida espiritual. Tenemos la tendencia a vivir más por los sentidos que por el espíritu. Si el espíritu está débil, quiere decir que estamos lejos de Dios, quien es la fuente de todo poder. Esa debilidad espiritual mata toda posibilidad de recibir revelación, de ser fuertes en las situaciones difíciles que la vida plantea.
La esperanza la tenemos en que siempre podemos volver a recurrir a esa fuente, o sea, la normalidad se corrige retornando a la comunión con Dios y alimentándonos de la Palabra. Si queremos ser fuertes en cualquier circunstancia de la vida, necesitamos estar fuertes en el espíritu, que se logra en una correcta relación y comunicación con Dios. La esperanza es que mientras halla vida Dios quiere comunicarse y relacionarse. " Y les daré un corazón y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos, y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios" (Eze 11:19-20).