Esta es la historia de un planeta que tenía un agujero en el cielo. La lluvia que caía sobre aquella Tierra era de un ácido venenoso que mataba a los árboles. Y sólo unas cuantas cosas crecían en el suelo, porque había sido arrasado por extraños productos químicos que empleaban los agricultores. A veces la gente se preguntaba: ¿Y por qué pasa esto? Y la pantallita que había en un ángulo en todas las habitaciones respondía: Porque así tiene que ser.
Pero la gente no entendía. Y se olvidaban de aquella pregunta y se iban a trabajar.
Un día, un niño pequeño se despertó, la mañana era gris. La lluvia caía por el agujero que había en el cielo y sobre aquella tierra en donde sólo crecían algunas cosas. Y, como una hilera de hormigas tristes, la gente se iba a trabajar.
El niño estaba escuchando cuando, de pronto, una de aquellas personas se paró y preguntó:
Pero, ¿de verdad es ésta la mejor manera de vivir?
Y la pantallita que había en todas las habitaciones respondió: Si quieres ser rico y tener cosas buenas y estar rodeado de lujos, has de pagar un precio. Y ese precio es ensuciar la tierra. No puede ser de otra manera.
Y todo el mundo volvió a olvidarse de esa pregunta y cada cual se marchó por su lado. Pero entonces el niño alzó la voz y dijo: Tiene que haber una forma mejor de hacer lo que queremos hacer, sin que estropeemos el cielo, la lluvia y la tierra.
Y la gente se paró a escuchar y apagó la pantallita y empezó a buscar una mejor forma de hacer las cosas.
Y aquella tierra comenzó a florecer por primera vez en mucho tiempo.
Y el cielo brillaba con un azul muy bello y la lluvia sabía muy dulce...
Creo que es hora ya de que nos convirtamos es ese niño pequeño y empecemos a construir un futuro mucho mejor.
Paul McCartney
Ante los hechos de hoy en día, alguien tiene que hacer ver lo que estamos haciendo mal. Como sociedad es común seguir lo que hacen los otros, creemos que no tiene importancia ni va a ocasionar ningún cambio si me opongo a la corriente de nuestros días. Muchos imperios trataron de hacer las cosas por la fuerza, y ninguno de ellos está vigente hoy día. Ni los Romanos, ni los Persas, ni los Egipcios, ni los Griegos, ni los Babilónicos, ni los Nazis, ni ningún otro imperio que ha querido dominar por la fuerza ha podido ni podrá sobrevivir. Solo el imperio de amor fundado por nuestro Señor Jesucristo ha sobrevivido a través de la historia, y está vigente en nuestros días, nosotros somos testigos vivos de ese imperio llamado hoy día cristianismo.
Y es en base al amor que tenemos que seguir trabajando para cambiar la sociedad, Dios llamó a su pueblo para que fueran los comunicadores de su amor y su verdad. Jesús dijo: "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo". (Juan 9:4-5)
El deber del cristiano es usar el tiempo de que dispone, que nadie sabe cuanto será, en el servicio de Dios y de sus semejantes. Que trágico es descubrir que se nos ha hecho demasiado tarde para hacer lo que teníamos que hacer. En este pasaje lo que Jesús está diciendo es que nuestra oportunidad de recibirle como Salvador es limitada, ya habrá un tiempo en el que es demasiado tarde. Ya vendrá la noche, en la que no se podrá trabajar en la obra del Señor.
Hay que hacer un trabajo, hay que tomar desiciones, mientras es de día, antes de que se nos eche encima la noche y sea demasiado tarde. Muchos están esperando que les guíen por el camino correcto, muchos necesitan de nuestras manos para recibir ayuda, son muchos lo que necesitan de nuestros oídos para ser escuchados, y muchos lo que esperan oír de nuestra boca palabras de aliento y esperanza. Ojalá podamos decir como Jesús le dijo a sus discípulos: Entre tanto que estoy en el mundo, soy luz del mundo.