Este es un viejo y conocido refrán popular, en el que se hace referencia a cuando se hace algo que no da ningún resultado, o bien, arregla alguna cosa pero desarregla otra. Muchas veces la desesperación nos lleva a tomar desiciones que no solo pueden tener un bienestar pasajero, sino que también van a crear una nueva necesidad.
Estamos en una sociedad plasmada de problemas y necesidades, que desde sus inicios nos presionan para seguir su corriente. El gran dilema es que nadie la dirige, pero a la vez todos la dirigen. La moda es una elección, o mejor dicho un mecanismo regulador de elecciones, realizados en función de unos criterios de gustos. Así vemos como entran modas de vestir, de hablar, de uso de diferentes artículos electrónicos (iPhone, iPad, notebook, Play Station, etc.) y hasta modas de vicios y adicciones.
Nuestra sociedad se mueve a base de modas, sabiendo que no todas son buenas, y que el creyente debe de erradicarlas de su diaria manera de vivir. Al igual que las malas modas, las malas costumbres y los malos hábitos deben de ser erradicados, para lo cual se nos ha provisto de una herremienta esencial para esa titánica labor, el Espíritu Santo y su gran poder que mora en nosotros.
Al querer eliminar de nuestra vida estas acciones incorrectas, debemos tener cuidado de sustituir lo malo por algo realmente bueno, no valla a ser que desvestimos un santo para vestir otro. Lo que quitemos de nuestra vida debemos sustituirlo por algo, algo bueno que dé sustento y valor para no volver a tomar lo que quisimos abandonar.
Acá es donde entra el apóstol Pablo con su mensaje pragmático, ese mensaje que vemos en sus cartas, aconsejando en forma práctica como hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas. En el capítulo tres de la carta a los Colosenses, Pablo inicia el capítulo diciendo: "Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios" (3:1). Nos está haciendo referencia al bautismo, en el cual el creyente muere y resucita, al sumergirse en el agua representa su muerte, y al salir del agua es como si resucitare a una nueva vida, por lo que el cristiano debe surgir del bautismo como una persona diferente, donde a partir de ese momento sus pensamientos y sus acciones se centran en las cosas de arriba.
"Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas".(3:5-7) Pablo nos está pidiendo que cambiemos estas cosas terrenales por las cosas de arriba, dejar lo malo por algo bueno, algo mejor, que sigan una conducta moral y ética que agrade a Dios. Que se despojen de todo tipo de tentationes y conductas pecaminosas que eran de la pasada manera de vivir (antes del bautismo), y continúa diciendo "Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador." (3:8-10)
Pablo usa la metáfora de desvertirse y vestirse, quitarse lo malo y lo feo, y ponerse (vestirse) con lo bueno y lo lindo. Era costumbre en aquellos días que al bautisarse se despojaban de sus ropas viejas y se vestían de ropas nuevas, algo que se quita se sustituye por algo mejor.
"Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes".(3:12-13)
Nótese que las características a que hace referencia el apóstol para la nueva vestimenta, tienen que ver con las actitudes hacia los otros y no hacia sí mismo, tienen que ver principalmente con lo que afecta las relaciones entre los seres humanos. Son conductas que se expresan verbalmente o en actitudes. Pablo está pidiendo que nos despojemos de estos tipos de condustas mencionadas anteriormente, pues son contrarias a estar en Cristo.
No obstante, no debemos limitarnos solo a esas listas, sino que debemos despojarnos de todo tipo de conducta que esté opuesta a la nueva naturaleza, donde el nuevo hombre está hecho conforme a la imagen de Dios, y se va renovando hasta el conocimiento pleno (3:10).
El apóstol pide que por encima de todo, además de las virtudes mencionadas en los versos doce y trece, nos vistamos de amor, que es el vínculo perfecto (v.14), el lazo que une y que ya lo había expresado anteriormente en 2:2. El amor es un tema que Pablo trata en sus escritos como el elemento principal en la vida del cristiano, es un víncuo perfecto porque conduce a la comunión y armonía de unos y otros, especialmente entre las relaciones entre creyentes.
Estamos en una sociedad plasmada de problemas y necesidades, que desde sus inicios nos presionan para seguir su corriente. El gran dilema es que nadie la dirige, pero a la vez todos la dirigen. La moda es una elección, o mejor dicho un mecanismo regulador de elecciones, realizados en función de unos criterios de gustos. Así vemos como entran modas de vestir, de hablar, de uso de diferentes artículos electrónicos (iPhone, iPad, notebook, Play Station, etc.) y hasta modas de vicios y adicciones.
Nuestra sociedad se mueve a base de modas, sabiendo que no todas son buenas, y que el creyente debe de erradicarlas de su diaria manera de vivir. Al igual que las malas modas, las malas costumbres y los malos hábitos deben de ser erradicados, para lo cual se nos ha provisto de una herremienta esencial para esa titánica labor, el Espíritu Santo y su gran poder que mora en nosotros.
Al querer eliminar de nuestra vida estas acciones incorrectas, debemos tener cuidado de sustituir lo malo por algo realmente bueno, no valla a ser que desvestimos un santo para vestir otro. Lo que quitemos de nuestra vida debemos sustituirlo por algo, algo bueno que dé sustento y valor para no volver a tomar lo que quisimos abandonar.
Acá es donde entra el apóstol Pablo con su mensaje pragmático, ese mensaje que vemos en sus cartas, aconsejando en forma práctica como hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas. En el capítulo tres de la carta a los Colosenses, Pablo inicia el capítulo diciendo: "Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios" (3:1). Nos está haciendo referencia al bautismo, en el cual el creyente muere y resucita, al sumergirse en el agua representa su muerte, y al salir del agua es como si resucitare a una nueva vida, por lo que el cristiano debe surgir del bautismo como una persona diferente, donde a partir de ese momento sus pensamientos y sus acciones se centran en las cosas de arriba.
"Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas".(3:5-7) Pablo nos está pidiendo que cambiemos estas cosas terrenales por las cosas de arriba, dejar lo malo por algo bueno, algo mejor, que sigan una conducta moral y ética que agrade a Dios. Que se despojen de todo tipo de tentationes y conductas pecaminosas que eran de la pasada manera de vivir (antes del bautismo), y continúa diciendo "Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador." (3:8-10)
Pablo usa la metáfora de desvertirse y vestirse, quitarse lo malo y lo feo, y ponerse (vestirse) con lo bueno y lo lindo. Era costumbre en aquellos días que al bautisarse se despojaban de sus ropas viejas y se vestían de ropas nuevas, algo que se quita se sustituye por algo mejor.
"Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes".(3:12-13)
Nótese que las características a que hace referencia el apóstol para la nueva vestimenta, tienen que ver con las actitudes hacia los otros y no hacia sí mismo, tienen que ver principalmente con lo que afecta las relaciones entre los seres humanos. Son conductas que se expresan verbalmente o en actitudes. Pablo está pidiendo que nos despojemos de estos tipos de condustas mencionadas anteriormente, pues son contrarias a estar en Cristo.
No obstante, no debemos limitarnos solo a esas listas, sino que debemos despojarnos de todo tipo de conducta que esté opuesta a la nueva naturaleza, donde el nuevo hombre está hecho conforme a la imagen de Dios, y se va renovando hasta el conocimiento pleno (3:10).
El apóstol pide que por encima de todo, además de las virtudes mencionadas en los versos doce y trece, nos vistamos de amor, que es el vínculo perfecto (v.14), el lazo que une y que ya lo había expresado anteriormente en 2:2. El amor es un tema que Pablo trata en sus escritos como el elemento principal en la vida del cristiano, es un víncuo perfecto porque conduce a la comunión y armonía de unos y otros, especialmente entre las relaciones entre creyentes.