Todas las culturas somos diferentes, pero hay algo en común entre todos los que poblamos este planeta. De alguna manera buscamos la forma de diferenciarnos del resto, ya sea por cultura propia o bien creando y haciendo cosas diferentes que llamen la atención.
En Japón inventaron una tabla para medir la altura de las personas. Se trata de esas tablas que se pegan en la pared, en la que uno se para de espaldas y marca con la mano la altura a la cabeza para ver cuanto mide. Nosotros, estamos acostumbrados a ver una escala métrica que nos indica la altura, pero esta tabla lo que marca son nombres de personas famosas, como actores, escritores y otros tipos de personas famosas. Así, al medirse no se dirá que mide 1.82 metros, sino que tiene la altura de Bruce Willis, o de Salvador Dalí, o bien de la princesa Diana o cualquier otra persona famosa puesta en la tabla.
Es común que tendamos a compararnos con otras personas, lo que nos puede hacer vanos o amargados, dependiendo del resultado de tal comparación. Es común que tendamos a engañarnos y a conformarnos con tan poco, el solo hecho de tener la misma altura de alguien famoso no me hace ser él, o bien el tener los mismos gustos tampoco lo hace posible.
Pero eso no quiere decir que no tengamos que compararnos para saber nuestra altura, solo que debemos de tener cuidado de la persona con la que decidimos compararnos, y los cristianos tenemos el mejor patrón de comparación que puede haber existido a través de todos los tiempos, Jesucristo.
Entonces de repente nos percatamos que estamos muy lejos de parecernos a él, pero esto no debe ser motivo de desánimo ni de abandonar la tarea, es momento para buscar a otros modelos que nos pueden facilitar el camino para llegar a ser como Jesucristo, nuestra principal meta. De esta manera, podemos tomar el ejemplo de los apóstoles y de tantos otros personajes bíblicos que nos moldean como actuar ante las diferentes etapas de nuestra vida.
Aún así, podemos tomar de ejemplo de creyentes maduros, fieles y comprometidos con el servicio al Señor, y seguirlos en las áreas donde podemos ver sus frutos. Los cristianos no estamos solos, somos parte de la iglesia del Señor, y tenemos muchos patrones o modelos de los cuales aprender, tanto para hacer como para no hacer.
Estos días son un buen tiempo para meditar y medirnos. Volvamos a ver la estatura que teníamos el año anterior, y comparemosla con la que tenemos ahora, y el resultado nos dará la acción a seguir. Lo mejor sería poder decir que hemos crecido y que nos parecemos más a Jesucristo de lo que nos parecíamos un año atrás, pero si no es así, podemos empezar a crecer, para que dentro de un año si podamos ver que crecemos.
Uno de los modelos a seguir es el apóstol Pablo, quien nos ha dejado escritos hermosos, para que sirvan de enseñanza en cuanto a lo que tenemos que hacer:
"No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús". (Filipenses 3:12-14)
En Japón inventaron una tabla para medir la altura de las personas. Se trata de esas tablas que se pegan en la pared, en la que uno se para de espaldas y marca con la mano la altura a la cabeza para ver cuanto mide. Nosotros, estamos acostumbrados a ver una escala métrica que nos indica la altura, pero esta tabla lo que marca son nombres de personas famosas, como actores, escritores y otros tipos de personas famosas. Así, al medirse no se dirá que mide 1.82 metros, sino que tiene la altura de Bruce Willis, o de Salvador Dalí, o bien de la princesa Diana o cualquier otra persona famosa puesta en la tabla.
Es común que tendamos a compararnos con otras personas, lo que nos puede hacer vanos o amargados, dependiendo del resultado de tal comparación. Es común que tendamos a engañarnos y a conformarnos con tan poco, el solo hecho de tener la misma altura de alguien famoso no me hace ser él, o bien el tener los mismos gustos tampoco lo hace posible.
Pero eso no quiere decir que no tengamos que compararnos para saber nuestra altura, solo que debemos de tener cuidado de la persona con la que decidimos compararnos, y los cristianos tenemos el mejor patrón de comparación que puede haber existido a través de todos los tiempos, Jesucristo.
Entonces de repente nos percatamos que estamos muy lejos de parecernos a él, pero esto no debe ser motivo de desánimo ni de abandonar la tarea, es momento para buscar a otros modelos que nos pueden facilitar el camino para llegar a ser como Jesucristo, nuestra principal meta. De esta manera, podemos tomar el ejemplo de los apóstoles y de tantos otros personajes bíblicos que nos moldean como actuar ante las diferentes etapas de nuestra vida.
Aún así, podemos tomar de ejemplo de creyentes maduros, fieles y comprometidos con el servicio al Señor, y seguirlos en las áreas donde podemos ver sus frutos. Los cristianos no estamos solos, somos parte de la iglesia del Señor, y tenemos muchos patrones o modelos de los cuales aprender, tanto para hacer como para no hacer.
Estos días son un buen tiempo para meditar y medirnos. Volvamos a ver la estatura que teníamos el año anterior, y comparemosla con la que tenemos ahora, y el resultado nos dará la acción a seguir. Lo mejor sería poder decir que hemos crecido y que nos parecemos más a Jesucristo de lo que nos parecíamos un año atrás, pero si no es así, podemos empezar a crecer, para que dentro de un año si podamos ver que crecemos.
Uno de los modelos a seguir es el apóstol Pablo, quien nos ha dejado escritos hermosos, para que sirvan de enseñanza en cuanto a lo que tenemos que hacer:
"No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús". (Filipenses 3:12-14)