Es algo innato en los japoneses, no se como hacen pero prácticamente nunca llegan tarde al trabajo o las reuniones. Algunos se saben los horarios de los trenes de memoria, saben cuantos minutos se tienen que demorar para realizar alguna tarea, todo lo tienen programado. A un japonés no se le puede decir “estaré contigo aproximadamente o como a las tres de la tarde” … eso no existe allá, hay que decirle una hora fija y cumplir con la hora.
Por ejemplo si se entra a trabajar a las 8:00 am., se tiene que marcar la tarjeta de entrada antes de las 7:55 am. Si marca la tarjeta entre las 7:55 am. y 8:00 am. se descuentan media hora de trabajo, en conclusión se trabaja media hora gratis.
Esto no es lo único, en algunos trabajos todos los días a las 7:55 am. se realiza una reunión dirigida por el Jefe y tiene que estar presente en el lugar antes que el Jefe llegue, en otras palabras tiene que esperar al Jefe de pie junto con todos los compañeros de trabajo. Lo esperan listos para trabajar, apenas termina la pequeña reunión, empiezan a trabajar. En Japón, la hora es la hora.
En nuestra querida patria la gente no es puntual. A veces cuando llegamos tarde al trabajo, a la universidad, o a lo que sea, inventamos miles de excusas para pasar por alto la irresponsabilidad de ser impuntuales. Tenemos la mala costumbre de culpar a otras circunstancias u a otros de nuestro atraso.
Así vemos como todas las culturas tenemos características que nos diferencian unas de otras. Algunas de ellas dignas de imitarse, otras del todo no.
Cuando nos convertimos al cristianismo, de verdad que debemos hacer nuestra una serie de acciones que sean dignas de imitar, y tomar acciones de otros que también son dignas de imitar.
A veces en la vida cristiana pasamos por momentos áridos, no sacamos gran cosa de los cultos, de nuestra participación en la Escuela Dominical o en el Ministerio que servimos, se convierte en algo rutinario, sin alegría. En esas circunstancias tenemos dos alternativas, abandonamos nuestra asistencia, pero si lo hacemos estaremos perdidos; o podemos continuar con determinación, y la experiencia general es que la alegría, el entusiasmo y gozo volverán a su debido tiempo. En los momentos difíciles lo mejor que podemos hacer es seguir con los hábitos de la vida cristiana y de la iglesia, es imitar lo correcto. Si así lo hacemos, podemos estar seguros de que será cuestión de tiempo para que el sol vuelva a brillar.
El Apóstol Pablo le dice a sus lectores que sigan el ejemplo de los que a base de fe y paciencia reciben en herencia lo que se les había prometido. Les está diciendo que sigan adelante, dándose cuenta de que otros han salido victoriosos de la lucha.
Los cristianos no vamos por un camino totalmente desconocido, sino por el que otros ya han pasado y han logrado vencer, y lo que tenemos que hacer es imitarles, permaneciendo firmes hasta el fin.
"Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el fin ese mismo entusiasmo, para que se realice completamente su esperanza.
No queremos que se vuelvan perezosos, sino que sigan el ejemplo de quienes por medio de la fe y la constancia están recibiendo la herencia que Dios les ha prometido".
Hebreos 6:11-12