Ciertamente podemos afirmar que tenemos a un Dios Todopoderoso obrando en nuestra generación, por lo que debemos trabajar en crear una cultura que acepte a las personas tal y como son, para tender un puente entre el abismo que separa la iglesia de este mundo postmoderno en el que vivimos.
Nos lleva por un recorrido en el que afirma que la diversidad de culturas que había en Corinto así como la que tenemos hoy en nuestra sociedad, hace que sea necesario hacer visible el cuerpo de Cristo. Las personas son el arma secreta, se puede contar con las mejores instalaciones, equipos electrónicos, efectos especiales y la mejor música, pero si las personas no caen bien, no van a volver. Así como no hay personas perfectas tampoco hay iglesias perfectas. Dios está interesado en salvar a los que están perdidos, y utiliza a su iglesia para llevar a cabo la obra (el cuerpo de Cristo), aún a la iglesia imperfecta.
Esto nos lleva a que tenemos que trabajar intencionalmente en crear una cultura de iglesia local que esté preparada para recibir a “todos” los que acepten al Señor como Salvador. El Sr. Burke reta a la iglesia de hoy en día para que trabaje en desarrollar esa cultura interna que permita realmente absorber a toda persona, sin ninguna barrera de índole social, cultural, racial, geográfica o económica.
5. Soledad: las ondas de cambio que crearon esta generación crearon una cultura de la soledad, de personas que anhelan la vida en comunidad, pero que tienen miedo de acercarse, rodeados de amigos, pero sintiéndose solos como nunca. La mitad de las familias se separan, a menudo dejando atrás niños que se sienten abandonados y solos, tratando de descubrir por qué papá o mamá los abandonaron. La otra mitad vive en una sociedad fragmentada y rota por la enorme velocidad del siglo XXI. Vivimos en una sociedad altamente fragmentada y aislada con respecto a sus relaciones. Las personas se mudan, cambian de trabajo, se divorcian, pasan muchas horas camino al trabajo o de regreso al hogar, y luego pasan todo su tiempo libre cambiando alguno de sus canales de televisión por cable, o navegando por los sitios de Internet, todo a costa de las relaciones personales. Hemos incrementado nuestro capital financiero, pero nos ha costado nuestro capital relacional. Esto proporciona una tremenda oportunidad para la iglesia, que de acuerdo a las Escrituras, debe funcionar como una familia. Debemos ser una comunidad de apoyo que extiende el alcance de la familia de unos hacia los otros.
Burke nos presenta una realidad de la sociedad actual. Es claro en identificar los puntos que están interfiriendo en nuestra sociedad. En buena teoría es algo que todos sabemos, que cuando lo leemos decimos que sí es cierto, pero que en la práctica no nos hemos tomado el tiempo para analizarlo y buscar las formas de combatirlo. Nos metemos en el mismo rol que se involucra toda la sociedad, carreras, trabajos, consumo, esteorotipos y demás. Nos lleva a un grado de conciencia de la realidad de la sociedad actual y de la iglesia actual. No podemos seguir siendo pasivos ante este mundo cambiante, dejando la cultura de la iglesia para otros, y esos otros nos la están dejando a nosotros, en fin, todos esperan que alguien haga algo, que sea el otro para yo seguirlo.