¿A quien hay que temer?


Fuente: Libro devocional Encuentro con Dios
LEE.

Isaías predice destrucción y una tenue esperanza a Acaz.
Libro de Isaías 8.1-15

La confianza de Acaz descansó en el rey de Asiria, quien fue su ayudador por un poco de tiempo(2 Reyes 16-7-9). Sin embargo, se convirtió en una amenaza posterior, capaz de despojar y convertir a Judá en una presa. Judá rechazó la protección amorosa y la dirección de Dios al buscar el auxilio en otras naciones; esto le condujo al pecado que desató la ira del Señor. Son nuestras elecciones las que definen nuestro futuro. Tenemos libertad para escoger, pero no podemos evadir las consecuencias. Si sembramos para el mal, del mal cosecharemos. La profecía presentada en el verso tres tuvo su cumplimiento cuando Asiria saqueo a Sirai e Israel enemigos de Judá. A pesar de que Asiria fue el instrumento del juicio del Señor, Dios mantuvo su promesa de proteger la tierra del Mesías.


El desbordamiento del río describe la fuerza arrolladora del ejército Asirio(7,8) ante el cual temblaba la tierra. Sin embargo, el Señor exhorta a su pueblo a no temer al invasor pues el único digno de ser temido es El mismo. Si vamos a temblar de miedo, no lo hagamos ante las amenazas humanas, sino ante Dios, el objeto de nuestro amor reverente para no pecar contra El. Por más segura que parezca una fortaleza humana, jamás garantizará una total protección(Jeremías 17.5). Nuestra mínima confianza en Dios es mucho mejor que la máxima confianza en los hombres.


APLICA.

¿Recuerdas una situación en la que un arreglo superficial te trajo una complicación mayor? ¿Recurriste a Dios para que te librara de esa situación? ¿Cuál fue el resultado de esa decisión?


ORA.

Santo Dios, sólo a ti he de honrar y sólo anti ti temblaré. Tu eres mi protector.