Origen de algunos dichos populares

SEMBRAR CIZAÑA:la rivalidad y el rencor, la mala fe y la desconfianza recíproca componen la parte envenenada de las relaciones humanas. En una transparente parábola del Evangelio según San Mateo, Cristo la comparó a la rivalidad con la cizaña. La cizaña es una planta que puede crecer junto al centeno y otras gramiñas, contiene una sustancia muy tóxica que al pasar a la harina causa la muerte de quienes comen el pan hecho con ello.

No era raro en otro tiempo que la cizaña fuera sembrada furtivamente por algún enemigo, de allí la preocupación de los dueños de campo por arrancarla antes la cosecha. Grano y cizaña quedaron así como metáfora para referirse a lo bueno y lo dañino, a las intenciones sanas y a los propósitos perversos.

Hoy el sentido corriente de sembrar cizaña es el de poner a uno con contra otros. Tal vocación por enfrentar y divivir dió lugar a un adjetivo que nada tiene que ver con las plantas, a quienes van por el mundo multiplicando enemistades se los califica con razón de cizañeros o cizañosos. Son, en otra palabra los agricultores de la discordia.

OJO POR OJO DIENTE POR DIENTE: Esta frase, que consagra la venganza como un procedimiento jurídico, figura en dos de los 282 artículos del código sancionado por Hammurabi (1792-1750 a. C.), fundador del imperio babilónico. La menciona también el Antiguo Testamento al referirse a los actos de violencia. “Quien cometiere e delito”, dice el texto bíblico, “pagará vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano y pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida y golpe por golpe”. Cuando el agredido prefería que se lo compensara con dinero, tenía derecho a una suma, fijada de antemano de acuerdo con la gravedad del daño. Así, según la ley del talión del derecho romano, quien recibía una cachetada podía canjear ese golpe por un monto equivalente a 5 ó 6 dólares de hoy.

El dicho, con frecuencia abreviado como “ojo por ojo”, no pasa en la actualidad de un modo de hablar. Un desahogo para el rencor. Y prueba de que la idea de devolver mal por mal es siempre tentadora. Pero ningún código moderno autoriza a desdentar o volver tuerto al ofensor.

EL TALÓN DE AQUILES: Aquiles, el héroe de la Ilíada, no podía ser herido más que en una parte de su cuerpo: el talón. Cuando era niño, según la leyenda, su madre Thetis lo sumergió en el Estigia, uno de los ríos que circundan el infierno. Quien se bañaba en él se volvía invulnerable. Pero el talón del que la madre lo sostenía no fue mojado por las aguas mágicas. Por eso murió en el sitio de Trova: una flecha envenenada le dio justamente en el talón. La frase alude hoy a los aspectos más débiles y más expuestos de un individuo. Si sucumbe con facilidad a los flechazos del halago o de una tentación determinada, decimos que esas “zonas erróneas” son su talón de Aquiles.

NO HAY TU TÍA: No hay tu tía. Expresión que suele usarse ante los hechos consumados. Al oír no hay tu tía, la persona a quien va dirigida comprende que la situación que pretendía modificar no está sujeta a cambios de revisión. Pero , que tiene que ver esta parienta, por mejor voluntad que se atribuya, con la posibilidad de encontrar soluciones para otros males?. Ocurre que tu tía nació de la mala interpretación de atutía otutía.

Término que el diccionario registra en ambas formas y que define como la costra que queda en la chimenea del horno después de procesar ciertos minerales. Con esa mézcla se preparaba un ungüento que contenía óxido de cinc -todavía empleado con ese objeto-, que actúa como cicatrizante. No hay tu tía se puso entonces como equivalente a no tiene remedio. Ese sentido se mantiene actualmente. Pero al poner a la tía de por medio se ha convertido un recurso medicinal en una cuestión de familia.