Riqueza o pobreza?

Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde.

Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: ¿Qué te pareció el viaje?
- ¡Muy bonito papá.
- ¿Viste que tan pobre puede ser la gente?
- Sí
- ¿Y qué aprendiste?
- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo de agua fresca que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la barda de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para platicar y convivir en familia; tú y mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo. Su hijo agregó: ¡Gracias papá por enseñarme lo rico que podemos llegar a ser!

Hay un viejo refrán que dice que lo que no se conoce no hace falta. Conforme vamos conociendo más y más inventos queremos tenerlos a nuestro alcance. Es normal y humano querer gozar de las comodidades de la vida moderna, pero el hecho de que sea normal y humano no implica que sea bueno necesariamente. Nuestra naturaleza humana está dañada por el pecado, en lo humano es normal fallar, pero ese no es el plan de Dios.

El querer tener cada vez más puede que nos esté tapando los ojos y no podamos discernir lo que estaremos perdiendo, porque nuestros intereses están centrados en esas cosas nuevas. Para el padre, llevar a su hijo para que viera toda la carencia de la modernidad que tienen los más humildes, le resultó contrario a la lección que le quiso dar. Éste, por el contrario, vió mejores oportunidades de gozar la vida en medio del campo, admiró la naturaleza, y comprendió que hay otras formas de vivir.

Los problemas financieros están destrozando las familias, tal vez porque no hemos podido ser agradecidos y disfrutar de lo que podemos tener, sea mucho o sea poco, ya que la felicidad no está en la cantidad, está en la actitud de cada persona.

Las instrucciones del Señor son sabias, han sido dadas para nuestro bienestar, solo que a veces no lo comprendemos. Pablo escribe a los de Tesalónica que “estén siempre gozosos, que oren sin cesar y que den gracias a Dios en toda ocasión, porque esa es la voluntad para nosotros en Cristo Jesús” (1Tesalonicenses 5:16-18).

El cristiano debe estar siempre gozoso, como disfrutando de un baño de sol. Puede que nuestras oraciones fueran más efectivas si recordáramos que “oran mejor juntos los que oran también a solas”, y siempre hay algo por que dar gracias, aún en el día más difícil se pueden contar las bendiciones. El ser agradecido permite disfrutar de lo que se tiene, más el mal agradecido no pude ver lo que tiene por pensar en lo que no tiene. Se dice que la persona de éxito no es la que conquista grandes metas, sino la que disfruta las que consigue, aún sean estas pequeñas.

Valla tarea que tenemos la de estar siempre gozoso, orando sin cesar y dando gracias en todo!