En el Salmo 1 podemos ver una idea del contenido de todo el libro de los Salmos. El deseo del salmista es indicarnos, guiarnos el camino de la bienaventuranza, y hacer una alerta en la destrucción que de seguro tienen los pecadores. Este es el tema del primer salmo, que bien puede considerarse como un anticipo a todo lo que se va a desarrollar en el libro.
El verso uno empieza con "Bienaventurado", con una bendición, al igual que el Sermón del Monte de nuestro Señor Jesucristo. Es una palabra muy expresiva, de la cual podemos sumar la multiplicidad de las bendiciones que recaen sobre el creyente, a quien Dios ha justificado y que promete que gozará de sus bendiciones.
Dichoso el hombre que sigue el consejo sabio, y que camina de la mano con el Señor. Su caminar es guiado por el Espíritu Santo y no por la astucia y artimañas del hombre natural. Es difícil encontrar a un hombre que se entregue a toda clase de pecados, uno es un borracho, otro es deshonrado, otro de mala fe, otro impuro, otro infiel. Hay avaros que no se entregan a la embriaguez, y borrachos que aborrecen la avaricia, y as{i para cada cosa. Cada uno tiene su pecado dominante, entonces, bienaventurado el que no anda por un camino semejante.
"Sino que en la ley de Jehová está su delicia" (v.2) Esa ley que es como el pan diario. La ley de Jehová es su palabra, y que bendición poder tenerla escrita toda, en diferentes versiones, no como en aquellos tiempos, que solamente contaban con los cinco primeros libros. Esta delicia es de corazón, y alude a cumplir la voluntad de Dios. No se detiene a pensar en las amenazas ni en lo que promete, sino en que la ley es justa y es buena. No es solo obedecer a la ley, sino que se deleita estando en ella, y no hay nada ni nadie que pueda quitar ese deleite, ni la adversidad, ni el mundo, ni el príncipe del mundo, ni la prosperidad, porque se abre camino de victoria aún en medio de la pobreza, las necesidades, la enfermedad, y es en las adversidades cuando más brilla su deleite.
"Y en su ley medita de día y de noche" indica todo un mundo de separación para el Señor, un mundo de oración y dependencia de Dios, por lo que podremos comprender y ver mucho más de lo que vemos a simple vista, como lo dice 1CO 2:14 "el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente". Es posible que cuando leamos o miremos veamos poco o nada, pero conforme valla pasando el tiempo de deleitarnos meditando de día y de noche, se nos abrirán los ojos, y como el siervo de Elías, veremos lo que está allí no visible para el hombre natural.
"Será como árbol plantado" indica que intencionalmente fue sembrado, no que creció solo, sino que se buscó. Cuando se planta un árbol se busca la mejor semilla, el mejor ejemplar, y se busca el mejor sitio, así que será un árbol plantado, no que crece solo en el bosque, y será plantado "junto a corrientes de agua", de tal manera que se garantice que no le va a faltar agua, serán varias corrientes de abastecimiento, si falta una habrá otra que le supla el líquido vital. Así el creyente, cada uno de nosotros ha sido escogido (Ef 1:4), hemos sidos plantados en el Reino de Dios desde el momento mismo de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, y plantados juntamente con otros creyentes, que nos sirven de soporte y abastecimiento, de tal manera que si uno cae, el otro le ayuda a levantarse (Ga 6:1; Col 6:13; Stg 5:19-20).
"Que da su fruto en su tiempo" es de aquel hombre que pone su fe en la Palabra, recibe instrucción de ella, dispone de paciencia en la hora de la prueba y gozo en todo momento. El dar fruto es una cualidad del verdadero creyente, es a través del fruto como se le medirá, los impíos tienen sus días marcados, sus lugares determinados y sus obras, a las cuales se adhieren de tal manera que una necesidad de otra persona nos los hace moverse, no se apartan de su costumbre, pero el hombre bienaventurado acude a servir y ayudar siempre que haya una necesidad, da fruto en el tiempo justo, donde "todo lo que hace, prosperará". Así como hay maldición y castigo envuelta en la prosperidad del malvado, hay también una bendición escondida en la cruz, en la pérdida y en las aflicciones del justo.
Este salmo nos da la guía para el camino a la bendición, y si hubiese alguna duda de la prosperidad del impío, nos aclara la diferencia que hay y que habrá, cuando ya no sea tiempo de arrepentimiento.
Salmo 1.
Sal 1:1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sal 1:2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Sal 1:3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
Sal 1:4 No así los malos,
Que son como el tamo que arrebata el viento.
Sal 1:5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
Sal 1:6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.
El verso uno empieza con "Bienaventurado", con una bendición, al igual que el Sermón del Monte de nuestro Señor Jesucristo. Es una palabra muy expresiva, de la cual podemos sumar la multiplicidad de las bendiciones que recaen sobre el creyente, a quien Dios ha justificado y que promete que gozará de sus bendiciones.
Dichoso el hombre que sigue el consejo sabio, y que camina de la mano con el Señor. Su caminar es guiado por el Espíritu Santo y no por la astucia y artimañas del hombre natural. Es difícil encontrar a un hombre que se entregue a toda clase de pecados, uno es un borracho, otro es deshonrado, otro de mala fe, otro impuro, otro infiel. Hay avaros que no se entregan a la embriaguez, y borrachos que aborrecen la avaricia, y as{i para cada cosa. Cada uno tiene su pecado dominante, entonces, bienaventurado el que no anda por un camino semejante.
"Sino que en la ley de Jehová está su delicia" (v.2) Esa ley que es como el pan diario. La ley de Jehová es su palabra, y que bendición poder tenerla escrita toda, en diferentes versiones, no como en aquellos tiempos, que solamente contaban con los cinco primeros libros. Esta delicia es de corazón, y alude a cumplir la voluntad de Dios. No se detiene a pensar en las amenazas ni en lo que promete, sino en que la ley es justa y es buena. No es solo obedecer a la ley, sino que se deleita estando en ella, y no hay nada ni nadie que pueda quitar ese deleite, ni la adversidad, ni el mundo, ni el príncipe del mundo, ni la prosperidad, porque se abre camino de victoria aún en medio de la pobreza, las necesidades, la enfermedad, y es en las adversidades cuando más brilla su deleite.
"Y en su ley medita de día y de noche" indica todo un mundo de separación para el Señor, un mundo de oración y dependencia de Dios, por lo que podremos comprender y ver mucho más de lo que vemos a simple vista, como lo dice 1CO 2:14 "el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente". Es posible que cuando leamos o miremos veamos poco o nada, pero conforme valla pasando el tiempo de deleitarnos meditando de día y de noche, se nos abrirán los ojos, y como el siervo de Elías, veremos lo que está allí no visible para el hombre natural.
"Será como árbol plantado" indica que intencionalmente fue sembrado, no que creció solo, sino que se buscó. Cuando se planta un árbol se busca la mejor semilla, el mejor ejemplar, y se busca el mejor sitio, así que será un árbol plantado, no que crece solo en el bosque, y será plantado "junto a corrientes de agua", de tal manera que se garantice que no le va a faltar agua, serán varias corrientes de abastecimiento, si falta una habrá otra que le supla el líquido vital. Así el creyente, cada uno de nosotros ha sido escogido (Ef 1:4), hemos sidos plantados en el Reino de Dios desde el momento mismo de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, y plantados juntamente con otros creyentes, que nos sirven de soporte y abastecimiento, de tal manera que si uno cae, el otro le ayuda a levantarse (Ga 6:1; Col 6:13; Stg 5:19-20).
"Que da su fruto en su tiempo" es de aquel hombre que pone su fe en la Palabra, recibe instrucción de ella, dispone de paciencia en la hora de la prueba y gozo en todo momento. El dar fruto es una cualidad del verdadero creyente, es a través del fruto como se le medirá, los impíos tienen sus días marcados, sus lugares determinados y sus obras, a las cuales se adhieren de tal manera que una necesidad de otra persona nos los hace moverse, no se apartan de su costumbre, pero el hombre bienaventurado acude a servir y ayudar siempre que haya una necesidad, da fruto en el tiempo justo, donde "todo lo que hace, prosperará". Así como hay maldición y castigo envuelta en la prosperidad del malvado, hay también una bendición escondida en la cruz, en la pérdida y en las aflicciones del justo.
Este salmo nos da la guía para el camino a la bendición, y si hubiese alguna duda de la prosperidad del impío, nos aclara la diferencia que hay y que habrá, cuando ya no sea tiempo de arrepentimiento.
Salmo 1.
Sal 1:1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sal 1:2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Sal 1:3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
Sal 1:4 No así los malos,
Que son como el tamo que arrebata el viento.
Sal 1:5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
Sal 1:6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.