Hay algunos productos que alcanzan la fama por el nombre de una marca, y no por lo que realmente son. Pasa por ejemplo con los rotring, esos rotuladores para dibujo, que uno identifica con la marca, indistintamente de la casa que los fabrique. Y sucede también con los archiconocidos pañuelos de papel, que también conocemos como kleeenex, aunque esa es únicamente la marca que los comenzó a fabricar.
Pero lo verdaderamente curioso es el origen de los kleenex, o el origen de los pañuelos de papel, siendo rigurosos.
El kleenex, que fue originalmente llamado "Cellucotton", fué diseñado por la compañía Kimberly-Clark durante la Primera Guerra Mundial para utilizarse como filtro de las máscaras antigas, en sustitución del algodón, que estaba en gran demanda de uso como apósito quirúrgico.
En 1924 comenzó a comercializarse exclusivamente como producto desmaquillador. Pero pocos años después, fueron los propios clientes quienes enviaron numerosas cartas sugiriendo su uso para resfriados y fiebre del heno.
La compañía respondió a las sugerencias con una nueva idea: los pañuelos desechables, y con una gran campaña publicitaria al efecto: “Don´t put a cold in your pocket” (No ponga un resfriado en su bolsillo).
La gran popularidad que ha alcanzado ha llevado a que en algunos países (como en España y el nuestro) la palabra kleenex sea usada para referirse a cualquier pañuelo desechable, independientemente de su marca.
La palabra cristiano también tiene su origen. Después de la muerte de Esteban, los seguidores de Cristo fueron esparcidos a Fenicia, Chipre y Antioquía, sin hablar a nadie de la palabra, solamente a los judíos. Pero había unos varones de Chipre y de Cirene que entrando a Antioquía se atrevieron a hablarle a los griegos, anunciando el evangelio de Jesús.
Llegan estas noticias a la iglesia en Jerusalen, y envían a Bernabé a Antioquía, y después de que una gran multitud fué agregada al Señor, Bernabé se fué a Tarso a buscar a Saulo, y lo llevó a Antioquía:
"Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía." (Hch 11:26)
La Iglesia no fué a Antioquía a judíos o medio judíos, ni esperó a que los gentiles se le acercaran buscando ser admitidos, sino que se les predicó el Evangelio a los gentiles. La Iglesia aquí se lanza en su misión universal, y es por eso que somos llamados cristianos. El significado, a diferencia de la historia de los kleenex no ha cambiado para los cristianos, sigue siendo el mismo, seguimos a Cristo.
Aquí tenemos algo verdaderamente sorprendente. La Iglesia ha dado el paso más trascendental, y no sabemos ni los nombres de los que lo hicieron; sólo que eran de Chipre y de Cirene. Han pasado a la Historia como anónimos pioneros de Cristo.
Lo que siempre ha necesitado la Iglesia, tal vez lo que más, son personas que no tienen interés en que se les reconozca con tal de que se haga el trabajo. Puede que los nombres de esos pioneros no figuren en los libros de historia; pero están en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso seguimos siendo llamados cristianos.