Va al Banco con billetes de Monopoly


Increible... pero cierto. Una señora sueca fue a un banco de Dinamarca pidiendo cambiar en coronas noruegas cerca de 190 euros en billetes... del Monopoly, y el señor de la caja, sin percatarse del fraude, se los cambió.

La mujer de 61 años entró en un banco de Svendborg (Dinamarca) con el objetivo de cambiar dos billetes, supuestamente suecos, a coronas danesas. En realidad, lo que el cajero le estaba cambiando era dinero del Monopoly por 190 euros. La mujer, muy satisfecha, se fue a gastar el dinero y una semana después volvió al mismo banco con la intención de cambiar 8.000 coronas, cerca de 750 euros.

Pero esta vez no coló. Detrás del cristal no estaba el mismo cajero que le 'regaló' el anterior dinero, sino un compañero más despierto que se dio cuenta del truco y llamó a la policía que detuvo a la espabilada señora.

La explicación que el cajero estafado dio a los agentes fue: "Errar es humano", mientras la señora intentó exculparse diciendo que "estaba siendo obligada por una tercera persona".

Es común que cuando cometemos un error demos las excusas pertinentes, y muchas de esas veces lo hacemos diciendo que fuimos engañados u obligados por una tercera persona.

La Biblia cuenta como la serpiente engaña al hombre, y en Génesis capítulo 3, versos 12 y 13 encontramos la explicación que se le da a Dios por la falta cometida:
" El respondió: La mujer que me diste por compañera me dio ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: Qué es lo que has hecho?. - La serpiente me engañó, y comí - contestó ella".

Los que hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador, estamos ahora en una nueva vida, estamos en la verdad, que nos hace libres. Y estamos llamados a crecer en conocimiento de Dios, de tal manera que ya no seamos más engañados a caer en lo que algunas llaman la triple T:

TENTACION: la invitación de desobedecer al Señor.

TRANSGRESION: la violación de la orden del Señor.

TRAGEDIA: el resultado de la desobediencia.

Aunque la sutileza de Satanás pudiera arrastrarnos al pecado, de ninguna manera nos justifica que estemos en pecado. Aunque él es el tentador, nosotros somos los pecadores. Que no disminuya nuestro pesar por el pecado el que hayamos sido engañados; antes bien, que aumente nuestra indignación con nosotros mismos por haber permitido ser engañados por un conocido tramposo y enemigo jurado, que quiere la destrucción de nuestra alma.