Una vieja carta

Hace algunos años me llamo mucho la atención una noticia que indicaba de una carta que llegó a su destinatario 67 años después, la misma había sido enviada en 1942 y fue entregada en 2009, el destinatario aún vivía, Ron Beal quien tenía para esa fecha 88 años de edad.
Lo primero que se nos puede venir a la mente es pensar en la falta de orden, o en el desorden del servicio de correos, porque se extravió y muchos años después la encontraron y simplemente la enviaron. Esa carta, de la cual no sabemos su contenido, probablemente para la fecha en que se pudo recibir ya no tendría sentido, lo que se comunicaba muy seguramente ya había dejado de ser relevante.
Hace también mucho años, Jesucristo escribió una carta, escrita con sangre en la cruz, por eso dice la escritura que "tanto amó Dios al mundo que entregó a su único hijo, para que todo aquel que en Él crea no se pierda, y tenga vida eterna" (Juan 3;16). Cuando se lee esta carta puede que se tenga 12 años, o 18 años, o 25 años, o 32 años, 45 o 60 o más años, y muchos aún no la han recibido. No importa la edad que se tenga, no importa lo que haya pasado en la vida, ésta carta de Jesús sí es relevante para cada uno de nosotros hoy.
Hay cartas antiguas que se subastan por grandes cantidades de dinero, pero lo que Jesús nos escribió es más importante que cualquier valor monetario. En la carta a los Romanos se nos dice:
"A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!" (v. 6-10)

No fueron los clavos los que sostuvieron a Cristo en la cruz, fue el amor por nosotros, el amor por los pecadores, el deseo de reconciliar a las personas con el Padre, el querer darnos la maravillosa promesa de la vida eterna (1 Juan 2:25). Hoy es el día en que puedes recibir esta carta, el día que puedes recibir ese amor que trasciende todos los límites, y que tiene las dimensiones infinitas de gracia y misericordia de Dios.
Hay una enfermedad que se llama pecado, y nos impide ver a Dios. Así como una enfermedad muy contagiosa aleja a la personas de los seres amados para no contagiarlas, así el pecado nos aleja de Dios. Pero el amor de Dios todo lo prevé, y nos dice que si confesamos nuestros pecados, Dios que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad (1 Juan 1:9).
Esta carta de Cristo es para ti hoy, es para tu familia, para tu vecino, tu compañero de trabajo, es para todos, y cuanto antes podamos recibirla en nuestro corazón, seremos parte del Reino del Señor.
"Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios" Juan 1:12