El seguimiento: 3 razones

Billy Graham ha dicho que el 5% del trabajo es evangelizar a los inconversos, y el otro 95% del trabajo es darles un seguimiento (crecimiento) adecuado.

En base a esto, podemos decir que el recién convertido necesita ser guiado para aprender a:

1.Comer: necesita aprender como alimentarse de la Palabra de Dios y como pasar tiempo con Dios.

2. Caminar: necesita aprender como vivir en obediencia a Dios en la vida diaria.

3. Hablar: necesita aprender como compartir su fe, como cuidar a los nuevos, y como entrenar a otros a ser obreros.

El seguimiento por lo tanto representa acción, es la tarea de transformar los principios bíblicos en la conducta de los creyentes, es ponerlos en práctica en  la vida diaria. Es el proceso de ayudar a otros a afianzarse en la vida cristiana. Cuando Jesús llamó a sus discípulos, primero los  llamó a ser pescadores de hombres:

Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres. (Mateo 4:19)

Jesús lo hace con el fin de reconciliar a los hombres con Dios, después ese llamado se transformó en una comisión, en Juan 21:15-17, por lo que de peces (incrédulos) pasamos a ovejas (creyentes). El seguidor de Cristo debe reconciliar a los hombres con Dios, pero también debe cuidar a los que son nuevos en la fe; por lo que ahí tenemos un mandato.

En 1 Corintios 4:15 Pablo les dice que él se preocupaba mucho por ellos porque "en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio". En este pasaje Pablo hace una distinción entre tutores espirituales y padres espirituales, indicando que un padre se preocupa más por el bienestar de sus hijos. La paternidad debe fomentar una preocupación sincera por su primogenitura. Lamentablemente hoy en día vemos muchos huérfanos espirituales, que nunca han recibido ayuda, consejo ni amor de sus padres espirituales, lo que nos lleva a que es una responsabilidad el rol de padre espiritual de aquellos a quienes introducimos al evangelio.

Hemos visto entonces como el seguimiento es un mandato y una responsabilidad, y también es una necesidad. El recién nacido en Cristo necesita alimentación, no con libros teológicos, sino con la leche de la Palabra de Dios (1 Corintios 3:1-2). La leche aquí se refiere a las cosas fundamentales de la vida cristiana, tales como: la seguridad de la salvación, el tiempo devocional, la victoria sobre la tentación, etc. Al principio es necesario que los padres le den de comer al recién nacido, pero después de cierto tiempo, él mismo debe aprender cómo hacerlo.

Un cristiano maduro no solo depende los los sermones o libros para recibir su alimentación espiritual, necesita alimentarse directamente de la Palabra de Dios. Así también el recién nacido necesita protección, especialmente contra los ataques del enemigo, y necesita ayuda para aprender a defenderse.

Y el cristiano recién nacido necesita capacitación, como lo pone Pablo en Colosenses 1:28: "A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él".

Por lo tanto, tenemos un mandato, una responsabilidad y una necesidad.