Cuenta una historia de un autor desconocido, que era un frío invierno, llevaba varios días nevando sin parar, la temperatura estaba algunos grados bajo cero. Adentro de una cabaña, en una montaña, estaba el leñador, con la chimenea encendida para darle calor a su hogar.
Allí estaba este hombre, sentado frente a su chimenea, disfrutando de una taza de café caliente, cuando escucha un ruido en su ventana, era un golpe en el vidrio que se repetía una y otra vez. Al asomarse, observa un pájaro que parecía que estaba tratando de entrar en la casa, seguramente al ver el calor de la chimenea deseaba entrar al calor interno, y trataba de entrar a través del vidrio de la ventana.
Al ver el hombre los diferentes intentos de esta ave, y al percatarse del frío que estaba haciendo afuera, abre la puerta de la casa para que el ave entre, le hace señas, le habla, pero el pájaro seguía tratando de entrar a través de la ventana. Sigue el hombre tratando de hacerle ver al ave que él estaba queriendo ayudarle, quería salvarle la vida, ya que seguramente moriría afuera con ese frío, pero el ave no le entendía, trató y trató de que entrara a la casa, pero no hubo forma de que aquel pájaro entendiera lo que el hombre quería hacer por el.
En ese momento, desesperado porque quería ayudar al pobre animal, deseaba convertirse en pájaro para que le entendiese, y es ahí cuando comprende lo que Dios hizo a través de Cristo en la cruz. Dios había estado tratando de hacer que el hombre le entendiese, ya que siempre ha querido el bienestar para los hombres, pero no le entendían, así que se hizo hombre para que lograramos entenderle, y de esta forma darnos la salvación que quiere para cada uno de nosotros.
Por eso el apóstol Pablo nos dejó escrito dentro de sus muchos aportes, un texto que nos alimenta para no abandonar a aquel que nos salvó, con tan grande amor.
"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro". Romanos 8:38-39