Se habla de un americano que estuvo andando por una de las bellas playas de México al anochecer. Mientras andaba, empezó ver desde lejos a un mexicano también andando. Solo que el mexicano andaba agachándose,
recogiendo algo y luego tirándolo nuevamente al mar. Una y otra vez siguió haciendo el mexicano lo mismo.
Mientras que se acercaba el americanovio que lo que estaba haciendo el mexicano era recoger las "estrellas del mar" que se habían quedado sobre la playa cuando se había bajado la marea. El americano se quedó bien desconcertado y confundido y le pregunta al mexicano ¿qué era lo que andaba haciendo? El mexicano responde, "Estoy echando de nuevo al mar a estas estrellas del mar. Entiende que, si no regresan pronto al agua, se ahogarán por falta de oxígeno.""No entiendo", dice el americano. "Hay miles de estrellas del mar sobre la playa. Es imposible poder alcanzarlas a todas. Simplemente hay demasiadas. ¿No entiendes que esta playa es solamente UNA de cientos de playas en México? ¿No vez que es imposible la tarea? ¿No entiendes que, al final del día, lo que estás haciendo no hará alguna diferencia? "El mexicano se agacha de nuevo, recoge otra estrella del mar, la tira al agua y le dice al americano, "¡pues le hice una gran diferencia a esta!". (E-Sword – www.e-sword.net)
Como seguidores de Jesús, estamos llamados a marcar una diferencia en esta vida. Así como este mexicano creía que estaba marcando una diferencia en cuanto a salvar estrellas de mar, por lo menos, por su esfuerzo algunas se salvarían, no estaba pensando en ir a reclutar un ejército de voluntarios para que vinieran a la playa a retornar estrellas al mar, decidió ponerse a actuar, decidió salvar a unas cuantas en lugar de querer salvarlas todas, reclutando gente, haciendo campañas y programas y que luego fuera demasiado tarde.
En nuestra vida cristiana, estamos llamados a lo mismo, a salvar vidas de las tantas que están tiradas por las ciudades y los campos. Vidas que no conocen o que se han apartado de los caminos del Señor.
En 1 Co 9:19-23 Pablo escribió: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él”.
Corinto era una iglesia en la que había algunos judíos, pero eran más los gentiles. La iglesia era perturbada por falsos maestros que desprestigiaban la labor de Pablo, y estaban dos bandos, los que defendían celosamente las ceremonias judías y los que se permitían excesos contrarios al evangelio, llevados por una vida llena de pecados. Pablo entonces está defendiendo su labor, y este pasaje tiene que ver con su tarea de evangelizar en aquella ciudad, de la que podemos extraer tres claves para llevar el evangelio a las personas.
Primera clave: Conozca las necesidades e interésese en las personas.
Al decir Pablo que se hizo como si fuera de los otros para ganarlos para Cristo, ya está indicando que algo conocía de aquellos a los que se les acercó para darles la palabra de vida. El libro de Proverbios 13:16 dice: “Todo hombre prudente procede con sabiduría; mas el necio manifestará necedad”. Y esto es lo que hizo Pablo, se acercó con prudencia y sabiduría, sabía que para ser aceptado no tenía que llegar atropellando a nadie.
Imagine que el presidente del país le hace una invitación para mantener una conversación personal. ¿Consideraría esta invitación como una oportunidad para decirle lo que piensa acerca de su política o para pedirle una respuesta a una necesidad urgente? Es posible. Sin embargo, es poco probable que ingrese a la sala hablando acerca de sus preocupaciones particulares, incluida la de hablarle de la palabra. Primero escucharía lo que tiene para decir con respecto al propósito de la entrevista y a los temas que espera cubrir. A su debido momento, usted tendrá la oportunidad para responder y expresar sus propios intereses. Para ese tiempo ya habrá conocido usted algo del presidente, y es probable que ya se haya interesado en los intereses de él.
Cuanto más sabe usted de una persona más fácil será persuadirla. Necesitamos conocer cuáles son sus intereses, sus necesidades y sus heridas. Todos tenemos cosas que valoramos, cosas que nos amenazan y cosas que son únicas. Tendemos a bloquear aquello en lo que no estamos interesados. Recuerdo que cuando estaba buscando comprar mi computador portátil, cada anuncio que salía no podía dejarlo pasar por alto, es más, yo andaba fijándome donde estaban anunciadas las computadoras. Una vez que la compré, no he vuelto a notar tanta publicidad como antes. Igual nos pasa cuando estamos interesados en comprar carro, casa, muebles, y hasta en ciertos tipos de ayuda, una vez resuelto nuestro problema, no nos interesa volver a ver el tema.
Segunda clave: Qué tengo en común con ellos.
Es mucho más sencillo poder entablar una relación con personas que tienen algo en común. Así es como vemos que nos agrupamos por factores comunes: porque somos cristianos, porque pertenecemos al mismo club, porque tenemos la misma profesión, porque tenemos pasatiempos similares, o por tantos otros factores comunes.
Es mucho más fácil para un abogado hablarle a otro abogado, o a un ingeniero a otro ingeniero. Para un agricultor a otro agricultor, a un cristiano a otro cristiano. Y esto, por cuanto desarrollamos un lenguaje especial y diferente para cada área. Vemos como los doctores usan términos muy médicos que en la mayoría de las veces no los entendemos, y tenemos que pedirles que nos expliquen que es. Los abogados usan sus términos legales, los cibernéticos también lo hacen, en fin, todos desarrollamos lenguajes que nos identifican con el grupo a que pertenecemos. Así es como Pablo dice que se hizo como judío a los judíos, como sujeto a la ley por los que están sujetos a la ley, o como sin ley para los que están sin ley. Se hizo como débil para los débiles, de tal manera que buscó tener algo en común para poder sembrar la semilla en tierra buena, lograr una apertura de corazón para que hubiese fruto.
Imagínese a una persona que quiere llevar la palabra a los drogadictos o indigentes, se dirige hacia la calle en que suelen estar, estaciona su vehículo, un Mercedes Benz totalmente nuevo, bien brillante, se baja de su auto con su traje entero hecho a la medida, zapatos de cuero bien lustrados, reloj Rolex de chapa grande, y se le acerca a una de estas personas. ¿Cómo recibirá el evangelio?
O imagínese a la persona más humilde que pueda, no usa zapatos, ropas bien sencillas, sin aplanchar pero limpias, con olor al humo de la cocina de leña, interrumpiendo en la oficina del presidente de una gran corporación transnacional, lleno de poder y orgullo, para hablarle del amor de Cristo por los más pobres y necesitados. ¿Cómo cree que recibiría el mensaje?
Tercera clave: Recuerde que las personas tienen diferentes etapas de aceptación.
No siempre estamos dispuestos a recibir un consejo o una guía. Hay muchos factores de por medio. Los seres humanos somos de por sí bastante complicados, la psicología es testigo de ello. En la parábola del sembrador en Mateo 13:18-23 Jesús explica muy bien esto.
En esta parábola se habla de cuatro clases de terrenos en los que cae la semilla, sea la palabra. Recordemos que el pueblo en esa época vivía de la agricultura, no habían bancos, ni empresas de servicios como hay en día. Existía el comercio, que dependía de la agricultura, la pesca y la carne. Así que al hablarles esta parábola en términos de agricultura era pasible que entendiesen más fácil.
La semilla que cae junto al camino no prospera, por ser tierra dura, entonces viene el maligno y se lleva el mensaje, aquí podemos decir que la persona demuestra un corazón defensivo, que rechaza la palabra.
La semilla que cae entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben, hay poca tierra y no puede echar raíces, no se mantienen firmes, la persona demuestra un corazón impulsivo.
La semilla que cae entre espinos representa a los que oyen el mensaje pero siguen enredados con los negocios de la vida, crece entre la cizaña, no deja dar fruto, la persona demuestra un corazón distraído.
Y la semilla que cae en buena tierra representa a los que oyen, entienden y aceptan el mensaje, por lo que dan fruto, la persona demuestra un corazón receptivo.
Conclusión
El apóstol Pablo es un ejemplo de un siervo fiel, a pesar de todos los inconvenientes y problemas que tuvo, podemos ver resultados de su perseverancia hoy en día.
Tiene sentido esparcir la palabra de Dios en medio de un mundo que parece que no va a cambiar. Al igual que la ilustración inicial, sí vale la pena hacer algo, aunque sentimos que es muy poco lo que hacemos. La gran diferencia estará en que decidamos actuar, como en el caso del muchacho en la playa. Tenemos que tomar el ejemplo de Pablo, conocer e interesarnos en las personas, buscar cosas en común y entender que hay diferentes tipos de terreno en los que estaremos sembrando. Es evidente que si Pablo se está defendiendo en esta parte de la escritura, es porque parte de su siembra cayó en terreno que no estaba listo para dar fruto, pero bien sabemos que otra parte cayó en corazones receptivos que marcaron la diferencia. En el versículo 22 del pasaje en cuestión, Pablo lo cierra diciendo “para que de todos modos salve a algunos”.
Hay una historia acerca de un hombre que iba en un lujoso velero y de repente se cae al mar. El no sabe nadar y en su desesperación empieza a pedir ayuda. Ahora había muchos salvavidas a bordo que habían presenciado el incidente.
El primer hombre era un MORALISTA. Cuando él vio al hombre caerse, él inmediatamente tomó su portafolio y sacó un libro para enseñarle a nadar. Él entonces se acercó al hombre y le gritó: Hermano, tu léete este libro, sigue las instrucciones y estarás bien.
El hombre que estaba al lado era un IDEALISTA. Cuando él vio al hombre caerse, él inmediatamente saltó al agua y empezó a nadar alrededor del hombre que se estaba ahogando y le dijo: Fíjate como nado. Nada como yo lo hago y vas a estar bien.
La otra persona que estaba ahí era un miembro de la IGLESIA INSTITUCIONAL. Él miró la súplica del hombre ahogándose con mucha preocupación. Entonces le grita: espera un poco amigo, la ayuda viene en camino. Vamos a establecer un comité y vamos a dialogar tu problema. Y luego, si llegamos con el financiamiento apropiado, vamos a resolver tu dilema.
El otro hombre en cubierta era un representante de la escuela del PENSAMIENTO POSITIVO. Él le grita al hombre: "Amigo, esta situación no es tan mala como piensas. Piensa en seco!"
El otro hombre a bordo era un DESPIERTAMENTALISTA. Ya en este momento el hombre se estaba yendo abajo por la tercera vez y desesperadamente empieza a mover su brazo. Al ver esto, el resucitador le grita: Si hermano, veo esa mano, ¿hay alguna otra?, ¿Hay alguna otra?
Y finalmente, el último hombre en la cubierta era un REALISTA. Él inmediatamente se lanza al agua, arriesgando su propia vida, y trae al hombre a salvo. (Ilustraciones para el sermón, 1999, e-sword).
Estamos llamados a saltar al agua para salvar las vidas de las personas, estamos llamados a actuar para marcar la diferencia. Si queremos hacer esa diferencia, tenemos que ser efectivos a la hora de sembrar la semilla. Tenemos que demostrarle a las personas que nos importan.
recogiendo algo y luego tirándolo nuevamente al mar. Una y otra vez siguió haciendo el mexicano lo mismo.
Mientras que se acercaba el americanovio que lo que estaba haciendo el mexicano era recoger las "estrellas del mar" que se habían quedado sobre la playa cuando se había bajado la marea. El americano se quedó bien desconcertado y confundido y le pregunta al mexicano ¿qué era lo que andaba haciendo? El mexicano responde, "Estoy echando de nuevo al mar a estas estrellas del mar. Entiende que, si no regresan pronto al agua, se ahogarán por falta de oxígeno.""No entiendo", dice el americano. "Hay miles de estrellas del mar sobre la playa. Es imposible poder alcanzarlas a todas. Simplemente hay demasiadas. ¿No entiendes que esta playa es solamente UNA de cientos de playas en México? ¿No vez que es imposible la tarea? ¿No entiendes que, al final del día, lo que estás haciendo no hará alguna diferencia? "El mexicano se agacha de nuevo, recoge otra estrella del mar, la tira al agua y le dice al americano, "¡pues le hice una gran diferencia a esta!". (E-Sword – www.e-sword.net)
Como seguidores de Jesús, estamos llamados a marcar una diferencia en esta vida. Así como este mexicano creía que estaba marcando una diferencia en cuanto a salvar estrellas de mar, por lo menos, por su esfuerzo algunas se salvarían, no estaba pensando en ir a reclutar un ejército de voluntarios para que vinieran a la playa a retornar estrellas al mar, decidió ponerse a actuar, decidió salvar a unas cuantas en lugar de querer salvarlas todas, reclutando gente, haciendo campañas y programas y que luego fuera demasiado tarde.
En nuestra vida cristiana, estamos llamados a lo mismo, a salvar vidas de las tantas que están tiradas por las ciudades y los campos. Vidas que no conocen o que se han apartado de los caminos del Señor.
En 1 Co 9:19-23 Pablo escribió: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él”.
Corinto era una iglesia en la que había algunos judíos, pero eran más los gentiles. La iglesia era perturbada por falsos maestros que desprestigiaban la labor de Pablo, y estaban dos bandos, los que defendían celosamente las ceremonias judías y los que se permitían excesos contrarios al evangelio, llevados por una vida llena de pecados. Pablo entonces está defendiendo su labor, y este pasaje tiene que ver con su tarea de evangelizar en aquella ciudad, de la que podemos extraer tres claves para llevar el evangelio a las personas.
Primera clave: Conozca las necesidades e interésese en las personas.
Al decir Pablo que se hizo como si fuera de los otros para ganarlos para Cristo, ya está indicando que algo conocía de aquellos a los que se les acercó para darles la palabra de vida. El libro de Proverbios 13:16 dice: “Todo hombre prudente procede con sabiduría; mas el necio manifestará necedad”. Y esto es lo que hizo Pablo, se acercó con prudencia y sabiduría, sabía que para ser aceptado no tenía que llegar atropellando a nadie.
Imagine que el presidente del país le hace una invitación para mantener una conversación personal. ¿Consideraría esta invitación como una oportunidad para decirle lo que piensa acerca de su política o para pedirle una respuesta a una necesidad urgente? Es posible. Sin embargo, es poco probable que ingrese a la sala hablando acerca de sus preocupaciones particulares, incluida la de hablarle de la palabra. Primero escucharía lo que tiene para decir con respecto al propósito de la entrevista y a los temas que espera cubrir. A su debido momento, usted tendrá la oportunidad para responder y expresar sus propios intereses. Para ese tiempo ya habrá conocido usted algo del presidente, y es probable que ya se haya interesado en los intereses de él.
Cuanto más sabe usted de una persona más fácil será persuadirla. Necesitamos conocer cuáles son sus intereses, sus necesidades y sus heridas. Todos tenemos cosas que valoramos, cosas que nos amenazan y cosas que son únicas. Tendemos a bloquear aquello en lo que no estamos interesados. Recuerdo que cuando estaba buscando comprar mi computador portátil, cada anuncio que salía no podía dejarlo pasar por alto, es más, yo andaba fijándome donde estaban anunciadas las computadoras. Una vez que la compré, no he vuelto a notar tanta publicidad como antes. Igual nos pasa cuando estamos interesados en comprar carro, casa, muebles, y hasta en ciertos tipos de ayuda, una vez resuelto nuestro problema, no nos interesa volver a ver el tema.
Segunda clave: Qué tengo en común con ellos.
Es mucho más sencillo poder entablar una relación con personas que tienen algo en común. Así es como vemos que nos agrupamos por factores comunes: porque somos cristianos, porque pertenecemos al mismo club, porque tenemos la misma profesión, porque tenemos pasatiempos similares, o por tantos otros factores comunes.
Es mucho más fácil para un abogado hablarle a otro abogado, o a un ingeniero a otro ingeniero. Para un agricultor a otro agricultor, a un cristiano a otro cristiano. Y esto, por cuanto desarrollamos un lenguaje especial y diferente para cada área. Vemos como los doctores usan términos muy médicos que en la mayoría de las veces no los entendemos, y tenemos que pedirles que nos expliquen que es. Los abogados usan sus términos legales, los cibernéticos también lo hacen, en fin, todos desarrollamos lenguajes que nos identifican con el grupo a que pertenecemos. Así es como Pablo dice que se hizo como judío a los judíos, como sujeto a la ley por los que están sujetos a la ley, o como sin ley para los que están sin ley. Se hizo como débil para los débiles, de tal manera que buscó tener algo en común para poder sembrar la semilla en tierra buena, lograr una apertura de corazón para que hubiese fruto.
Imagínese a una persona que quiere llevar la palabra a los drogadictos o indigentes, se dirige hacia la calle en que suelen estar, estaciona su vehículo, un Mercedes Benz totalmente nuevo, bien brillante, se baja de su auto con su traje entero hecho a la medida, zapatos de cuero bien lustrados, reloj Rolex de chapa grande, y se le acerca a una de estas personas. ¿Cómo recibirá el evangelio?
O imagínese a la persona más humilde que pueda, no usa zapatos, ropas bien sencillas, sin aplanchar pero limpias, con olor al humo de la cocina de leña, interrumpiendo en la oficina del presidente de una gran corporación transnacional, lleno de poder y orgullo, para hablarle del amor de Cristo por los más pobres y necesitados. ¿Cómo cree que recibiría el mensaje?
Tercera clave: Recuerde que las personas tienen diferentes etapas de aceptación.
No siempre estamos dispuestos a recibir un consejo o una guía. Hay muchos factores de por medio. Los seres humanos somos de por sí bastante complicados, la psicología es testigo de ello. En la parábola del sembrador en Mateo 13:18-23 Jesús explica muy bien esto.
En esta parábola se habla de cuatro clases de terrenos en los que cae la semilla, sea la palabra. Recordemos que el pueblo en esa época vivía de la agricultura, no habían bancos, ni empresas de servicios como hay en día. Existía el comercio, que dependía de la agricultura, la pesca y la carne. Así que al hablarles esta parábola en términos de agricultura era pasible que entendiesen más fácil.
La semilla que cae junto al camino no prospera, por ser tierra dura, entonces viene el maligno y se lleva el mensaje, aquí podemos decir que la persona demuestra un corazón defensivo, que rechaza la palabra.
La semilla que cae entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben, hay poca tierra y no puede echar raíces, no se mantienen firmes, la persona demuestra un corazón impulsivo.
La semilla que cae entre espinos representa a los que oyen el mensaje pero siguen enredados con los negocios de la vida, crece entre la cizaña, no deja dar fruto, la persona demuestra un corazón distraído.
Y la semilla que cae en buena tierra representa a los que oyen, entienden y aceptan el mensaje, por lo que dan fruto, la persona demuestra un corazón receptivo.
Conclusión
El apóstol Pablo es un ejemplo de un siervo fiel, a pesar de todos los inconvenientes y problemas que tuvo, podemos ver resultados de su perseverancia hoy en día.
Tiene sentido esparcir la palabra de Dios en medio de un mundo que parece que no va a cambiar. Al igual que la ilustración inicial, sí vale la pena hacer algo, aunque sentimos que es muy poco lo que hacemos. La gran diferencia estará en que decidamos actuar, como en el caso del muchacho en la playa. Tenemos que tomar el ejemplo de Pablo, conocer e interesarnos en las personas, buscar cosas en común y entender que hay diferentes tipos de terreno en los que estaremos sembrando. Es evidente que si Pablo se está defendiendo en esta parte de la escritura, es porque parte de su siembra cayó en terreno que no estaba listo para dar fruto, pero bien sabemos que otra parte cayó en corazones receptivos que marcaron la diferencia. En el versículo 22 del pasaje en cuestión, Pablo lo cierra diciendo “para que de todos modos salve a algunos”.
Hay una historia acerca de un hombre que iba en un lujoso velero y de repente se cae al mar. El no sabe nadar y en su desesperación empieza a pedir ayuda. Ahora había muchos salvavidas a bordo que habían presenciado el incidente.
El primer hombre era un MORALISTA. Cuando él vio al hombre caerse, él inmediatamente tomó su portafolio y sacó un libro para enseñarle a nadar. Él entonces se acercó al hombre y le gritó: Hermano, tu léete este libro, sigue las instrucciones y estarás bien.
El hombre que estaba al lado era un IDEALISTA. Cuando él vio al hombre caerse, él inmediatamente saltó al agua y empezó a nadar alrededor del hombre que se estaba ahogando y le dijo: Fíjate como nado. Nada como yo lo hago y vas a estar bien.
La otra persona que estaba ahí era un miembro de la IGLESIA INSTITUCIONAL. Él miró la súplica del hombre ahogándose con mucha preocupación. Entonces le grita: espera un poco amigo, la ayuda viene en camino. Vamos a establecer un comité y vamos a dialogar tu problema. Y luego, si llegamos con el financiamiento apropiado, vamos a resolver tu dilema.
El otro hombre en cubierta era un representante de la escuela del PENSAMIENTO POSITIVO. Él le grita al hombre: "Amigo, esta situación no es tan mala como piensas. Piensa en seco!"
El otro hombre a bordo era un DESPIERTAMENTALISTA. Ya en este momento el hombre se estaba yendo abajo por la tercera vez y desesperadamente empieza a mover su brazo. Al ver esto, el resucitador le grita: Si hermano, veo esa mano, ¿hay alguna otra?, ¿Hay alguna otra?
Y finalmente, el último hombre en la cubierta era un REALISTA. Él inmediatamente se lanza al agua, arriesgando su propia vida, y trae al hombre a salvo. (Ilustraciones para el sermón, 1999, e-sword).
Estamos llamados a saltar al agua para salvar las vidas de las personas, estamos llamados a actuar para marcar la diferencia. Si queremos hacer esa diferencia, tenemos que ser efectivos a la hora de sembrar la semilla. Tenemos que demostrarle a las personas que nos importan.